El clima golpista del que ahora se habla comenzó cuando Keiko Fujimori informó que pensaba realizar su plan de gobierno desde el Congreso. Es decir superponer su plan al plan de gobierno del ganador de la elección 2016. Hacer que la mayoría del Poder Legislativo desplazara al Poder Ejecutivo, al hacerse cargo de sus funciones. Sin duda en la frase había una convicción acerca de la ilegitimidad del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, y hasta el sentimiento de haber sido Fuerza Popular electoralmente golpeado por una victoria tan ajustada. Lo que salió de allí fue un estilo parlamentario siempre interesado en ir más allá de los usos, las costumbres, y hasta las normas. Dieciséis meses después de aquella frase el famoso plan de gobierno FP no ha aparecido por ninguna parte. Sin duda ese plan existía, pero el proyecto de imponérselo al Ejecutivo fue descartado por inviable. Lo reemplazó un proyecto parecido en el fondo pero distinto en la forma: debilitar al Ejecutivo al extremo de volverlo inoperativo. El primer proyecto contenía un golpe rápido, resumible como el paso de todo el poder al Congreso. El segundo proyecto es un golpe lento, que básicamente consiste en reordenar la política con la mirada puesta en una victoria electoral para el 2021. Empezó arrasando con ministros, y ha escalado hasta el ataque a instituciones del Estado. Un golpe lento es en cierto modo un golpe suave, en el sentido de dosificado para mantener a la víctima (en este caso el orden constitucional de los poderes del Estado y sus respectivos fueros) en el equivalente de una animación suspendida. Es una estrategia sibilina que ciertamente incluye avances y retrocesos, y hasta ficciones de entendimientos. Otra forma de verlo es como la suma de golpes relativamente pequeños con los que se puede ir creando una situación límite que permita pensar en un manotazo final: iniciar un proceso de vacancia a PPK, y empezar a negociar los despojos del Ejecutivo a partir de allí, durante tres largos años. Además una manera de eludir la disolución del Congreso. Los congresistas de FP están ansiosos por repetir las glorias de los años 90. Haría bien la ciudadanía en hacerse cargo de este panorama y de sus peligros.